El 29 de mayo de 1969, Córdoba se moviliza para expresar el sentimiento de repudio que anidaba en la mayoría del pueblo argentino ante un gobierno dictatorial y represor, que venía conculcando los derechos políticos de la mayoría y hambreando a los trabajadores al aplicar un plan económico al servicio de los intereses antinacionales conducido por Krieger Vasena.
Amplios sectores del país, en particular los trabajadores tucumanos a los que les habían cerrado la mayoría de los ingenios azucareros, eran lanzados al hambre y la desesperación que graficó de manera impactante el pintor Ricardo Carpani con la sensibilidad de un artista popular.
El estudiantado nacional venía ejecutando un plan de lucha en pos de sus propias reivindicaciones a partir de que, desde la noche de los “Bastones Largos” (29/07/66), la Dictadura de Onganía -a un mes de haber tomado el poder- invadió las universidades, e implementó una brutal represión que fue el comienzo de la “guerra sucia” que llevó a cabo el régimen militar reaccionario, que posteriormente estructuró la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como “Triple A”.
La muerte del estudiante Santiago Pampillón, el 12 de septiembre de 1966, en Córdoba, baleado la noche del 7 de setiembre en el marco de los disturbios estudiantiles producidos por la represión policial, en momentos en que este militante intentaba refugiarse en el Estudio del Dr. Ramón “El Moncho” Miranda en la Galería Cinerama, fue expresión de la convergencia del estudiantado Humanista y la posterior suma del FEN (Frente Estudiantil Nacional), como parte de un proceso que se llamó “la nacionalización del estudiantado”, al peronismo políticamente proscripto y al Movimiento Obrero que expresaban la lucha de la “Resistencia Peronista”.
El resultado del Congreso normalizador de la CGT en mayo de 1968 que produjo la aparición de la “CGT de los Argentinos”, que elaboró un Plan de Lucha Nacional, así como la influencia de los Sacerdotes del Tercer Mundo, fueron condimentos sustanciales en el clima político nacional, en el marco de una violencia en ascenso.
El posterior asesinato de Juan José Cabral en Corrientes el 15 de mayo de 1969, y el asesinato de Adolfo Bello y del joven metalúrgico Norberto Blanco en Rosario el 18 del mismo mes; son los antecedente inmediatos anteriores a la manifestación de “El Cordobazo”.
Los trabajadores de Córdoba declararon paros en distintos gremios, en solidaridad con las brutales agresiones a los estudiantes y a los trabajadores, repudiando la política de entrega del patrimonio nacional y reclamando por sus reivindicaciones específicas.
Metalúrgicos, transportistas y otros gremios fueron a la huelga, culminando el 14 de mayo en una gran confrontación.
El 21 los estudiantes paralizan sus actividades y el 23 -junto con organizaciones barriales- toman el Barrio Clínicas, zona caracterizada por vivir en el mismo numerosos estudiantes, provenientes de otros lugares del país.
Raimundo Ongaro, Secretario General de la CGT de los Argentinos, visita la Regional conducida por Miguel Correa, de la Madera y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza. Esta Regional, junto con la CGT denominada Legalista, que conducían Elpidio Torres de SMATA y Atilio López de la UTA convocan a un paro por 37 horas, para el día 29 de mayo a partir de las 11 horas, con abandono de los centros de trabajo y para manifestar en el centro de la Ciudad.
Los estudiantes se suman a esta convocatoria.
El paro se ejecuta con movilizaciones que arrancan desde los principales establecimientos industriales y centros de trabajo. Los trabajadores mecánicos arrancan desde la planta de Santa Isabel en un número de más de 5.000 trabajadores con su Secretario General -Elpidio Torres- a la cabeza.
Al llegar a la Avenida Vélez Sarsfield a la altura del Hospital Misericordia, se produce el primer enfrentamiento con la policía. Esta no logra contener a los obreros. Agustín Tosco avanza desde la usina eléctrica con los trabajadores eléctricos y sectores del sindicalismo independiente. Igualmente Atilio López conduce a sus trabajadores.
Los trabajadores metalúrgicos de Perdriel; Fiat Concord y demás gremios que totalizan el conjunto de los trabajadores organizados avanzan hacia el centro de la Ciudad.
Estudiantes, organizaciones barriales y vecinos se suman de distinta manera a la manifestación. La muerte del obrero Máximo Mena del SMATA pone la nota más trágica y la noticia de su asesinato corre como pólvora. La policía se ve desbordada y obligada a replegarse a sus cuarteles.
El caos domina la ciudad, la violencia se canaliza hacia las sedes de empresas transnacionales, los estudiantes toman el Barrio Clínicas donde se atrincheran.
El ejército se ve obligado a actuar y participa con Alejando Agustín Lanusse, su Comandante General a la cabeza. Las fogatas armadas en cada esquina dan, sobre todo de noche con toque de queda y oscurecimiento de la ciudad, un aspecto fantasmal. El Gobernador de la Dictadura, Carlos Caballero, se ve obligado a renunciar, reconociendo que el apoyo del pueblo había sido masivo.
Tres días de combate le costó al ejército retomar la Ciudad y acabar -represión mediante - con la protesta.
34 muertos y más de 500 heridos fue el luctuoso saldo. Lo más notable es que no se registró ningún robo ni delitos comunes.
El Cordobazo no sólo se rememora en Argentina como una gesta de lucha heroica de un pueblo y sus trabajadores, sino que ha sido tomada como ejemplo de lucha en muchos pueblos de América Latina.
por Pancho Gaitan
fuente Telam